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Arquitectura Saludable (VII)

Decálogo Arquitectura Saludable

Decálogo para una arquitectura saludable

 

Tras la merecida y calurosa pausa estival, retomamos la esperada serie sobre Arquitectura Saludable estrenada el pasado mes de enero y en la que estamos exponiendo la génesis de este nuevo paradigma que la sociedad contemporánea está demandando de forma imperativa e inaplazable.

En esta nueva entrega proponemos un compendio de diez aspectos concretos que es necesario tener en cuenta en el diseño y construcción de edificios para combatir los síntomas del edificio enfermo (SBS) y estimular la presencia de activos en la edificación y en las ciudades, de forma que favorezcan y beneficien la salud humana. Se trata de un Decálogo para una Arquitectura Saludable, desarrollado por el grupo de investigación Healthy Architecture & City de la Universidad de Sevilla, que fue presentado por vez primera en febrero de 2020. Son diez factores importantes, a contemplar en los proyectos arquitectónicos, y que están basados en solicitaciones ambientales que influyen y afectan a la salud y bienestar de las personas. Estos diez puntos son los siguientes:

I. Calidad del Aire Interior o Interior Air Quality (IAQ). La forma más eficaz de controlar la calidad del aire es por medio de una adecuada e imprescindible ventilación natural en todos los espacios. La calidad del aire se percibe con la respiración y, básicamente, a través de ojos, nariz y piel. La reacción combinada del organismo determina la percepción del aire como fresco y agradable o como viciado e irritante. Para garantizar la calidad del aire hay que tener en cuenta tanto la ventilación natural como la elección de materiales de construcción, prescribiendo aquellos que sean inocuos, con baja emisión de compuestos orgánicos volátiles y verificando la ausencia de contaminantes como plomo, PCB, asbestos, etc.

II. Temperatura y humedad ambiente. La relación entre ambos parámetros es muy importante para el bienestar humano; de ella, entre otros factores, depende la homeóstasis del organismo. Hay que tomar medidas que aseguren en el interior de los hábitats y lugares de trabajo una combinación adecuada de temperatura y humedad durante todo el año. Debe ser una asociación de parámetros adaptada a las condiciones atmosféricas de cada sitio, ya que no existen unos parámetros fijos que puedan ser aplicados por igual y uniformemente en todos los lugares, debido a que la sensación de confort depende tanto de las personas como de las circunstancias climáticas y geográficas de cada zona, por lo que es imprescindible estudiar y establecer a nivel local un rango específico de niveles óptimos adecuados tanto a la eficiencia energética como al confort y salud de las personas.

III. Iluminación natural, soleamiento y zonas verdes. Los espacios interiores deben contar con la mayor cantidad de luz natural posible, manteniendo el confort visual y evitando el deslumbramiento. Hay que intentar proporcionar diagonales y líneas visuales desde el interior hacia el exterior, procurando introducir la visión de zonas con vegetación o espacios verdes abiertos, un aspecto que incide de forma significativa en el bienestar psíquico y emocional de las personas. Además, son necesarios espacios con soleamiento controlado en determinadas horas del día, pero sin llegar a la ocurrencia del Sanatorio giratorio del doctor Saidman, construido en Aix-les Bains (Francia) a mediados de los años treinta del pasado siglo.

IV. Contaminación acústica. Es importante controlar la contaminación sonora no deseada, protegiendo y aislando las estancias interiores del ruido exterior como, por ejemplo, el tráfico. El sonido de las campanas de las iglesias y el quiquiriquí de los gallos al alba, no son contaminación acústica; son sonidos articulados con sentido y significado, uno es simbólico y el otro natural. También hay que vigilar la emisión de fuentes internas de ruido que pueden ser molestas como equipos mecánicos, electrodomésticos, maquinarias de aire acondicionado, ascensores o el vecino ensayando para el próximo concierto.

V. Calidad del agua. Es necesario eliminar al máximo los contaminantes del agua potable. Para ello, además de las acciones que ya contemplan las empresas suministradoras, es conveniente instalar sistemas domésticos de purificación para mejorar aún más la calidad del agua. Hay que prevenir el estancamiento acuoso en desagües, edificaciones y espacios al aire libre, además de evitar las aguas estancadas en pozos, charcos, etc., ya que favorecen la aparición de plagas. En la eliminación de plagas hay que limitar el uso de pesticidas y productos químicos, por lo que, siempre que sea posible, es mejor prever su aparición eliminando su origen.

Decálogo Arquitectura Saludable

VI. Humedad en edificación y suciedad. Es imprescindible evitar la presencia de humedad por capilaridad, condensación o infiltración en los edificios. Su existencia favorece la presencia de hongos y bacterias perjudiciales para la salud. Evitar igualmente los materiales y distribuciones espaciales que, por sus características y formas, favorezcan la suciedad o la aparición de reacciones y alergias.

VII. Ionización atmosférica. El aire limpio normalmente está ionizado negativamente, un adecuado porcentaje de iones negativos contribuye a una sensación de bienestar, de aquí deriva la expresión del “aire puro de la naturaleza”. El aire de las ciudades está cargado normalmente con iones positivos igual que el interior de los edificios. La concentración de iones negativos en el aire desciende a causa del aire que circula a través de los conductos metálicos, el humo del tabaco, la electricidad estática generada por las fibras sintéticas y las actividades humanas. Esta circunstancia se ha relacionado con malestar, lasitud, estrés y pérdida de capacidad mental y física. Mantener la cantidad adecuada de iones negativos en el ambiente es un importante factor a tener en cuenta.

VIII. Presencia de gas radón. El radón (Rn) es un gas natural producido por la desintegración del radium perteneciente a la cadena de desintegración radiactiva del uranio-238. Está presente en la corteza terrestre y se disuelve en el agua, por lo que el radón puede encontrarse en cualquier lugar, aunque es más frecuente encontrarlo en suelos graníticos y en aquellos que tienen mineral de uranio. También pueden aportar radón, materiales constructivos como el yeso fosforado o bloques fabricados con trozos de granito. Este gas penetra por difusión natural hasta una altura máxima de un metro, lo hace a través de juntas entre materiales, fisuras o el paso de los conductos, por lo que es necesario evitar su concentración. Este aspecto está controlado y regulado en España por el DB-HS 6 del CTE.

IX. Contaminación electromagnética. Aunque se han desarrollado numerosos estudios en relación a los campos electromágneticos o electromagnetic fields (EMF), aún no se han podido demostrar, con evidencias científicas contrastadas y ensayos clínicos, los efectos de la exposición prolongada a campos generados por líneas de alta tensión, antenas telefónicas u otros campos creados por electrodomésticos y equipamientos de trabajo. Tampoco está comprobado que esos campos sean la causa del cansancio, estrés o depresiones relacionadas con el SBS. Sin embargo, como medida preventiva hasta contar con datos verificados, parece importante planificar y proyectar estas imprescindibles infraestructuras contemporáneas contando con los aislamientos precisos y a distancias adecuadas de lugares habitacionales y laborales.

X. Orientación clara, distribución racional y máxima seguridad. Es necesario contemplar los estándares de seguridad que hacen referencia a detección de monóxido de carbono, caídas, seguridad contraincendios, etc., pero sobre todo hay que observar los siete principios del Diseño para todas las personas (Desig for All o Universal Design), procurando alcanzar la completa accesibilidad para personas con diversidad funcional tanto física, sensorial como cognitiva; tal y como expusimos en la entrega dedicada a Accesibilidad Cognitiva en edificios, entornos y ciudades.

La forma de abordar los puntos arriba expuestos no parece que sea por medio de caras soluciones tecnológicas destinadas a seguir acondicionando ambientes y/o creando climas artificiales. La arquitectura tiene la capacidad de usar materiales que pueden ser reciclados, controlar el ahorro energético de sus edificios, preservar las fuentes energéticas y vigilar la huella ecológica de los productos; también tiene la facultad de construir adaptándose a las condiciones climáticas del medio, aprovechando la energía del sol con procesos de captación, acumulación y radiación controlada logrando un acondicionamiento y ventilación naturales. La arquitectura tiene instrumentos y recursos para resolver todos esos requerimientos con eficacia. Pero, sobre todo, la arquitectura tiene que emocionar.

Se trata de afrontar estos nuevos retos sociales con otra forma de pensar. Se trata de proyectar aplicando un nuevo modelo arquitectónico que produzca una arquitectura generadora de emoción y que, además, sea saludable. Una visión arquitectónica que se puede resumir teóricamente en cinco puntos básicos que expondremos con detalle en la próxima entrega.

 

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Post publicado en:

Boletín del IUACC nº 147 del 16 septiembre de 2022